Ninive Alonso
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El Cine actúa como metáfora visual que, analizada, realiza una previsión y un pronóstico de lo que nos puede ocurrir. Esta capacidad lo convierte en una herramienta de análisis que no debemos desperdiciar a la hora de hablar sobre la conquista de la Felicidad.
La Felicidad entendida como eudaimonía (eu-buen- daimon – espíritu-) bienestar personal, ha sido y es, pieza central de estudio de la Filosofía, y resulta inalcanzable, si atendemos a los grandes pensadores como Sócrates, el divino Platón, o Aristóteles, si no es precedida y acompañada, en su conquista, de la reflexión propia (introspección), de la areté (virtud-excelencia) y de la phrónesis (sabiduría –prudencia). Tratar de conseguir la ansiada felicidad caminando hacia ella sin herramientas de análisis, tanto de nuestra propia persona, como de las relaciones con aquellas que nos rodean, con la sociedad y con el mundo es como tratar de llegar a una meta con los ojos y las manos atadas, puede “sonar la flauta” y llegar ileso, pero lo más probable es que los continuos tropiezos, las caídas, y las precipitaciones al vacío nos impidan alcanzar ese bienestar y “tiremos la toalla” por estar cansados de luchar; o en el mejor de los casos, lleguemos a esa meta pero tan profundamente heridos que la ansiada cima no compense el camino dramático y hostil que me hemos tenido que pasar.
El Cine debidamente reflexionado es una herramienta filosófica bifaz muy potente para salvar esta posible trágica situación: por un lado, es una herramienta catártica (khatarsis –purificación) que nos enseña sobre nuestras emociones disponiendo un escenario y una serie de personajes que viven vidas por nosotros, explicándonos qué les ha ocurrido y cómo se sienten por ello; y por otro, nos anticipa y previene de las posibles relaciones con los demás, así como las problemáticas que de ello puedan surgir; es decir, visualizamos a los personajes de las películas relacionarse unos con otros y cómo espectadores, vemos las consecuencias que han tenido sus actos y en que repercute en sus vidas el haber elegido hacer una cosa en vez de la otra.
Tanta es mi creencia sobre su poder de iluminar situaciones personales concretas, que en mi labor de terapeuta filosófica lo utilizo en consulta con mis pacientes, disponiendo fragmentos paradigmáticos que sometan bajo una tensión controlada a la persona que visualiza una situación pareja a la suya en la pantalla. Este poder catártico de la escena ya es estudiado hace veinticinco siglos por Aristóteles en su libro Poética, esa maravillosa obra de reflexión estética sobre la tragedia, la epopeya, la comedia y la poesía. Debemos darnos cuenta que nosotros acudimos al cine o vemos películas en nuestras casas como los antiguos griegos acudían al teatro o escuchaban a rapsodas, no sólo por divertimento, unión social y desconexión de la vida de labor y trabajo, sino porque nuestro interior está en una constante búsqueda de respuestas a las preguntas íntimas existenciales, y una petición ansiosa y continua de luces que alumbren los momentos oscuros y lúgubres de nuestros senderos de vida.
No desperdiciemos pon tanto, todo el aprendizaje existencial que puede aportarnos lo que para otros voluntariamente más ciegos son simplemente películas de usar y tirar.
7 películas para la Felicidad dispuestas en las estancias de la Casa Emocional
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Evidentemente el catálogo de obras cinematográficas, no sólo de culto, sino también de género comercial que puede ayudarnos en este viaje de evolución es gratamente extenso, porque depende, como siempre digo, de lo abiertos que tengamos los ojos y las ganas que tengamos de escudriñar en cada movimiento escénico; sin embargo, es mi obligación filosófica la concreción en este ensayo y el decidir que ver y por qué.
En pasados escritos he explicado con detalle lo que yo considero, dentro de mi teoría de Arquitectura Emocional, los mínimos para un Alma Feliz Sólida: la Casa Emocional, a la que me referiré seguidamente; quien quiera profundizar sobre este particular le recomiendo que lea mi ensayo en este mismo periódico (IRREVERENTES)
Felicidad y Filosofía: La Casa Emocional.
La creación de conceptos e ideas, la definición, la organización y la categorización de “lo que hay” y de qué modo podemos conocerlo es el trabajo central del filósofo, por ello y en pro de organizar el aprendizaje emocional, a través de las 7 películas que recomiendo, las dispongo dentro de las estancias que configuran esa Casa Emocional -según el dibujo que tenemos arriba- y paso a explicar su poder tanto reflexivo como terapéutico y de qué modo nos pueden ayudar a construir un Alma Feliz Sólida.
1. CISNE NEGRO –Black Swan – es una película del 2010 de Darren Aronofsky. Nina (Natalie Portman) es una recatada, inocente y virginal bailarina que está sometida a continuas presiones por parte de su madre. Su progenitora domina totalmente su personalidad y le impide desarrollarse como una mujer libre, sexual y capitana de su propia vida. Un ejemplo claro de usurpación del libre desarrollo de las ideas en pro de un éxito pre-fabricado que conlleva las peores consecuencias.
Para la filosofía resulta fundamental la conversión del problema a tema, es decir la tematización organizada de las cosas problemáticas, de modo que se controlen y minimicen las consecuencias nefastas, en este caso del pasado, neutralizándolas debidamente.
Para construir un Alma Feliz Sólida, una Casa Emocional, necesitamos dar su lugar al pasado, siempre y cuando nuestra vida esté dirigida única y exclusivamente por aquello que deseamos íntimamente ser y no por complacer los deseos que tenían nuestros padres sobre nosotros.
Cisne Negro además de envolvernos en una delicada puesta en escena de El Lago de los Cisnes y mostrarnos una reinterpretación cuidadísima de uno de los temas románticos por antonomasia: “el doble”, nos hace reflexionar sobre la infelicidad inexorable de olvidar nuestra propia esencia por satisfacer el proyecto que otro eligió para nosotros.
Jamás debemos separarnos de nuestro camino intuitivo propio por encajar en vidas pre-fabricadas, ni siquiera cuando la pre-fabricación la lleva a cabo uno de nuestros progenitores.
2. PARÍS, TEXAS es una película de 1984 de Wim Wenders que supone una joya de reflexión sobre el desierto emocional y la construcción de un nuevo proyecto de vida tras la sequía del alma. Pero para el tema que nos ocupa en este escrito lo verdaderamente importante son los minutos de conversación, en la peep show, de la ex pareja protagonista del filme, Travis (Harry Dean Stanton) y Jane (Nastassja Kinski) donde se va describiendo paulatinamente el secuestro emocional al que Travis sometió en el pasado a Jane.
Evidentemente, para el tratamiento del maltrato físico y emocional están otros profesionales, y no sería ético que yo, como Terapeuta Filosófico, hablase de ello, pero lo que está claro desde el pensamiento es que antes de la materialización física del maltrato se lleva a cabo por parte del “captor” el secuestro de las Ideas de su presa -principalmente la de Libertad –; y dado que la conceptualización propia de lo que uno es – el corpus identitario- así como la puesta en marcha del mismo –la libertad de acción- son temas propio del análisis filosófico, mi función como terapeuta práctico de esta disciplina es enseñar a actuar en el antes ( prever y prevenir).
El secuestro emocional se inicia cuando permites que otra persona usurpe el mando de tu Casa Emocional, coja la llave de tu vida, y acabe por encerrarte en el sótano real o metafóricamente. Es, la virtud de la fortaleza, la preservación de la libertad propia de pensamiento y de acción, y la sabiduría la que puede preservarte de aquellos que pretenden dominarte con la bandera del amor. La parte racional del alma, el auriga del mito del carro alado del divino Platón en el Fedón, es la llave personal e intransferible de tu casa emocional, llave que debe estar siempre en tu bolsillo, siempre en tu poder y jamás en el de otro: ni marido ni mujer.
Todo aquello que dirijas a complacer el dominio del otro (cortar relación con amigos, no maquillarse, no realizar hobbies con otras personas diferentes a tu pareja, dar tus claves personales de redes sociales, etc ..) todo aquello que hagas por complacer a otro en detrimento de tus ideas y tu propia libertad lo pagarás, en el futuro, con tu encadenamiento.
Tu carcelero, pocas veces será un extraño que te arrebate por fuerza, “a la primera de cambio” la llave, tu carcelero será aquel al que tu le diste tu propia llave, la de tu alma.
No se trata de desconfiar constantemente, sino de tener la mirada atenta y mantener la parte racional del alma, para no posibilitar que alguien convierta tu casa en tu celda. París, Texas, es una joya cinematográfica que todos deben ver, porque hasta los más fuertes bajamos la guardia cuando nos enamoramos.
3. ALBERT NOBBS de Rodrigo García del 2011. Una de las cuestiones fundamentales del bienestar personal es como dice Arthur Schopenhauer en Aforismos sobre el arte de vivir, haciéndose eco de Aristóteles, es el equilibrio entre el ser, el tener y el representar. El impoluto y perfeccionista mayordomo Albert Nobbs (Glenn Close) es en realidad una mujer atormentada e incapaz de asumir quién es realmente y que vive obsesionada con el tener, ahorrar dinero y con ocultar su propia identidad representando el papel de un varón.
El sótano emocional no es sólo el lugar en donde nos mantiene encerrados un secuestrador externo que se adueña de la llave de nuestra alma, sino también el lugar oscuro donde podemos ser auto-secuestrados, bien por ser presa de miedos, por tener complejos ocultos -ya sean físicos o mentales- o por llevar una vida ficticia, fingiendo, por ejemplo, una tendencia sexual diferente a la real, o representando el papel que otros quieren que representemos.
En Albert Nobbs, hacemos un punto de inflexión para pararnos a pensar sobre si merece la pena tanta máscara para que al final la realidad acabe por salir sin pedir permiso y de manera brusca, o si por el contrario, debemos llevar a cabo una introspección –conócete a ti mismo- en la que asumamos nuestra esencia, así como nuestros defectos o características que nos diferencian de los demás.
4. LA GRAN BELLEZA – La Grande Bellezza– de Paolo Sorrentino (2013) es una de las piezas más exquisitas a nivel reflexivo y estético de la cinematografía contemporánea. Sorrentino hace un paseo metafórico y clásico desde la Roma más excelsa hasta los trasuntos obscuros de la jet set. Es una pieza equiparable a un palimpsesto, esos manuscritos reutilizados donde la escritura actual no consigue eliminar las huellas de la que fuera borrada; es un documento de varias lecturas filosóficas que se entreveran para conseguir el magisterio simbólico.
En esta ocasión y a propósito de nuestra Casa Emocional, vamos a centrarnos en lo que tiene que ver con las ventanas de la casa, es decir con la mirada que tenemos sobre los demás: la crítica.
Una casa equilibrada, como un Alma Feliz Sólida tiene que disponer de unas ventanas que le posibiliten la mirada sobre el mundo y sobre los otros; daros cuenta que las personas que están pasando por momentos de tristeza profunda y melancolía ni siquiera quieren abrir las ventanas, ni subir las persianas, o correr las cortinas porque no quieren que entre la luz del sol y tampoco quieren mirar más allá de sus paredes. De otro modo las personas que están todo el día a la ventana cotilleando a qué hora llegan o se van sus vecinos, con quién entran o salen son personas que viven a través de las vidas de los demás, la mayor parte de los casos por carecer de incentivos y experiencias propias en las que deleitarse.
Por ello, las ventanas de las casas son paralelismos de nuestros ojos, y la forma equilibrada para conseguir el bienestar personal serían aquellas –ventanas- o aquellos –ojos- que están atentos a lo que ocurre, opinando sobre ello, pero sin tener una actitud crítica destructiva innecesaria. He aquí donde se introduce una clara nota de la sugestiva personalidad de Jep Gambardella (Toni Servillo) el protagonista de este filme: el sincericidio.
Veamos, yo diferencio dos tipos de “muerte por sinceridad”: la activa, es decir “matar” a alguien diciéndole la verdad sin dulcificar; y la pasiva o suicidio por sinceridad en las personas que padecen lo que denomino sinceridad A-A-W – All Always Wherever-, decirlo todo de uno mismo, siempre y donde quiera que sea, concediendo el poder de la información a otro sin apenas conocerlo.
Esta segunda muerte por sinceridad-el suicidio por sinceridad- se daría en el caso de tener en nuestra casa emocional una puerta (metáfora de la interconexión) abierta para la entrada de todos sin establecer límites hacia dentro.
El caso de la escena icónica de La Gran Belleza en la que, en una reunión, Jep se dirige a su amiga Stefania para espetarle todas las verdades “sin vaselina” (tales como la mediocridad de sus libros – escritos de los que Stefania presume-, la carencia de virtudes como “la buena madre” que dice ser, y el enamoramiento sabido, por todos en Roma, entre su marido y otro hombre – aun a pesar de jactarse de su matrimonio como perfecto-) es un ejemplo claro, merecido o no, de un sincericidio fulminante.
Yo siempre digo a propósito de esta escena, que aunque un amigo íntimo te pregunte la verdad de lo que piensas sobre él, sobre su relación de pareja, o sobre un particular concreto de su vida y te pida expresamente que seas sincero, se deben decir, tan sólo, dos tercios de la opinión, y no la totalidad brusca.
Esto no debe caer en saco roto, pues ya el divino Platón en Politeia (La República) a propósito del mito de la caverna reflexionaba y asumía que se debe preparar el terreno para asumir la verdad así como para decirla, para no ser cegados ni muertos, ni cegar ni matar.
5. DESEANDO AMAR – Fa yeung nin wa – de Wong Kar-Wai (2000).
El cono S.E.S, el volumen filosófico que utilizo para explicar la relación entre Sensualidad, Erotismo y Sexualidad, como espacios necesarios para el desarrollo de un cuerpo experiencial ampliado y no sólo meramente físico, centrado en lo coital o puramente sexual, se materializa en la Casa Emocional en la habitación, una de las piezas necesarias en todo casa, y en todo alma.
Wong Kar-Wai consigue con esta película disponer a sus dos protagonistas en un clima de erotismo, de miradas, de movimientos y de signos de lenguaje no-verbal, cargando la película de una tensión armónica del deseo de los cuerpos sin que haya ni siquiera un tocamiento, ni un beso, ni una escena de cama.
El espacio entre Chow Mo-Wan (Tony Leung) y Su Lizhen (Maggie Cheung) se cubre de elegancia, de glamour y de amor intenso. La pasión está por llegar y a la vez está presente y el tiempo deja de ser cronos para convertirse en kairós convirtiendo un minuto en un mundo.
Actualmente acudimos a una sociedad que precipita el contacto sexual creyendo que habrá más unión entre los dos seres y mejor comunicación, sin embargo nos damos cuenta que la gente tiene mucho sexo y muy rápido pero poca satisfacción porque el orgasmo se circunscribe tan sólo a lo lúbrico y a lo cuantitativo (cuántas veces) y se olvida el cuerpo enamorado como diría Michel Onfray.
Esta poseía de la imagen que es Deseando Amar nos enseña a través de las envolventes imágenes y la música exquisita, la capacidad que tiene la conexión mental para enamorarnos y hacernos desear sin haber sido ni siquiera rozados. Es el clímax que se disfruta desde antes porque está haciéndose esperar.
6. EN BUSCA DE LA FELICIDAD – The Pursuit of Happyness – es una entrañable película de aprendizaje humano del 2006 de Gabriele Muccino basada en la historia real de Chris Gardner. Si la Casa Emocional necesitaba, como hemos dicho, una habitación, necesita también una cocina: ese lugar que conforma el hogar, lo que en el alma es la ternura. La ternura es el sentimiento que va un paso más allá del amor y que es necesario fomentar para querernos a nosotros mismos, y querer a los que nos rodean empatizando con sus situaciones concretas.
Chris Gardner ( Will Smith) atraviesa una crisis económica fortísima así como una crisis matrimonial; sin apenas fuerzas y sin dinero, acompaña y es acompañado por su hijo en un viaje en el territorio ( a través de la urbe neoyorkina) y un viaje en el alma ( la motivación interna de salir del atolladero sin perder de vista que lo conseguirán). En este acompañamiento mutuo de padre e hijo se describe la ternura y el calor del hogar -aún sin techo- que fomenta esa fortaleza de espíritu para soportar cualquier cómo.
Esta película no nos enseña la protección a un hijo al que se le miente sobre la situación real (caso paradigmático de la madre que sigue comprando las deportivas de última marca a su hijo aún a pesar de no tener para comprarse ella ni ropa interior, para no desvelarle la crisis económica familiar).
Esta película no nos enseña la dureza de hacer pasar a un niño penurias mentales haciéndole culpable de la situación presente ni responsable (caso paradigmático del padre que hace trabajar duramente a sus hijos pequeños “para que sepan lo que es la vida”)
Lo maravilloso de En busca de la Felicidad, es que nos enseña la ternura como herramienta de la cariñosa motivación que ni responsabiliza ni oculta.
7. UN BUEN AÑO – A good year– de Ridley Scott (2006) cierra este número simbólico de 7 películas para la felicidad, como película para reflexionar sobre el desván emocional como el lugar donde acudimos para empaparnos de nuestros bueno recuerdos, de nuestra verdadera esencia, y coger fuerzas para abandonar una vida insatisfactoria y cambiarla por otra que nos llene realmente.
Ridley nos presenta a un frío, calculador y exitoso corredor de bolsa, Max Skinner (Russell Crowe) que recibe la herencia de su tío Henry al que hace años que ni ve. Cuando se dirige a ver la château francesa que le ha caído en gracia, para echar cálculos y venderla lo antes posible antes de volverse a la City, le invaden los recuerdos bonitos que pasó con su tío: las partidas de tenis, el saborear el vino de cosecha propia, la piscina y los olores del campo y de su tranquilidad. Este momento es el punto de inflexión en su vida, recupera aquellos recuerdos que había almacenado en su desván emocional y conecta con otro él más próximo a una vida natural alejada de la superficialidad del círculo de éxito y la vanidad en la que está inserto. Acaba por dar un giro radical a su vida y re-encontrarse con su propia esencia.
Este filme, el séptimo de nuestra lista, nos hace oler la uvas, nos hace pararnos a pensar sobre lo que realmente puede hacernos felices, nos hace conectarnos con nuestros recuerdos buenos y bonitos, con nuestro desván emocional, porque como diría el divino “aprender es recordar”.
Así que queridos amigos, albergad en vuestro recuerdo esta lista de películas: para los que no las hayáis visto, ¡vedlas! y los que las hayáis visto ya, ¡volved a verlas con estas nuevas gafas filosóficas!
Porque no hay felicidad en las almas sin análisis: ni ciegas, ni vendadas, ni miopes.