SINOPSIS: Inexplicables acontecimientos perturban la tranquila vida de un pueblo protestante en el norte deAlemania en 1913, justo antes de la Primera Guerra Mundial. Un granero es prendido fuego, dos niños son secuestrados y torturados...
El maestro de escuela observa, investiga y poco a poco descubre la increíble verdad...
L A C R Í T I C A por Vladimir Eisenstein
"UN PURITANO NIDO DE VÍBORAS"
Acudí a la sala de proyección con el corazón y el estómago bien blindados para ver “La cinta blanca”, última película de Michael Haneke. Una precaución necesaria porque el cine de este director austro-alemán no es precisamente amable y complaciente con el espectador. Sus películas son duras como un puñetazo que te corta la respiración y te revuelve las tripas. Usa la cámara como bisturí para abrir y mostrarte las cancerosas vísceras de la sociedad burguesa y las más miserables, hipócritas, violentas e insanas pasiones que se ocultan en los sótanos de la condición humana. Sin piedad, sin posibilidad alguna de redención. Es difícil digerir este mensaje de culpabilidad colectiva, de que no hay inocentes ni existe la bondad. Echando un vistazo a la historia europea del siglo XX es asimismo difícil no darle la razón.
En “La cinta blanca” Haneke nos retrotrae a los comienzos de la pesadilla, a las vísperas de la Gran Guerra, la mal llamada después, Primera Guerra Mundial y en esas fechas radiografía un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania encorsetado por un estricto puritanismo religioso y una severa educación prusiana. A esto se añade la tradicional y humillante servidumbre de los aldeanos al barón terrateniente. Tamaña represión no puede alimentar otra cosa que rencor, deseo de venganza y violencia, latente primero y activa luego con retorcida crueldad.
Diré de entrada, para dejarlo bien claro, que esta película es de una perfección casi insultante. La conseguida ambientación, la extraordinaria fotografía en blanco y negro, el magnífico reparto, las excelentes interpretaciones y, sobre todo, el magistral manejo del tiempo narrativo te dejan pasmado. Es asombroso cómo Haneke, en una película de más de dos horas y que transcurre a ritmo lento, va incrementado la tensión muy poco a poco, en pequeñas dosis, y te conduce hasta una resolución que no es catárquica. La catársis queda fuera de campo, ocurrirá en los campos de batalla, porque los cómplices habitantes de la aldea no han querido ventilar su podredumbre ni sanear el nido de víboras que se ocultaba bajo su inmóvil, ordenada y rigurosa existencia. Han preferido echar tierra sobre los “extraños sucesos” ocurridos en los últimos meses.
Deslumbra el trabajo de Haneke en esta sin duda obra maestra, pero –y esto reconozco que es algo muy particular- no consigo emocionarme con el cine de este autor. Admiro su talento, su buen hacer y me interesa lo que me cuenta y su universo, pero me incomoda su punto de vista. Me da la sensación de que es un entomólogo que estudia a los seres humanos como insectos y esa frialdad, me desagrada. Yo no consigo ver así a mis congéneres, lo que no quiere decir que tenga una buena opinión sobre ellos. Sorprende, por ejemplo, que en “La cinta blanca”, Haneke no trate con simpatía ni siquiera al personaje más positivo según el guión, el maestro, menos “enfermo” que sus vecinos, ya que es forastero. No, es observado y diseccionado, igual que los demás, aunque su comportamiento sea más decoroso. Así es difícil la empatía. Pero, insisto, sé que es una apreciación muy subjetiva. Con todo, “La cinta blanca” resulta menos amarga que otras obras de Haneke. La lejanía histórica y una realidad rural y con unas costumbres ya muy lejanas, pero no tan ajenas como nos pueden parecer, nos permiten cierto distanciamiento.
También creo oportuno desmentir la recurrente promoción y fácil interpretación de algunos críticos, que nos presentan esta película como una descripción de la génesis del nazismo. Ninguna conexión se muestra en el film que lo indique. La especulación sociológica es libre, pero arriesgada. El mismo Haneke se refiere a ello como una interpretación demasiado fácil y prefiere hablar de las graves consecuencias violentas de los inhumanos ideales absolutos. Sinceramente yo no percibo ningún idealismo en los líderes de la pequeña comunidad, ni en el cura, ni en el médico, ni en el barón, aunque se les podría considerar groseros ejecutores de unos ideales rígidos ya cosificados en dogma y tradición.
Excelente crítica, Herr Vladimir.
ResponderEliminarTodavía no la he visto, pero reconozco que después de ver "Cache" y sobre todo "La pianista" me da un poquito de miedo. Tendré que prepararme psicológicamente.
ResponderEliminarDankeschön, fräulein Olga.
ResponderEliminarEukeni: Tranquilo, esta es más suave que cache y la pianista.
Una película estupenda. Y escalofriante. Yo creo que al darle la voz en off al personaje del maestro, el gélido Heneke ya le humaniza un poco. El casting de actores es espectacular, como recién salidos de fotos antiguas. Y el diálogo de los dos amantes en el que él le recrimina a ella que siempre le ha olido el aliento, me dejó patidifuso. Seguro que gana el oscar.
ResponderEliminarCasi una obra maestra del todo recomendable. Aunque yo le hubiera dado la voz en off al personaje de Klara, para así conocer un poco mejor la perspectiva de la historia desde el punto de vista de los niños...
ResponderEliminarMe ha recordado por momentos a "El pueblo de los malditos" (la original de W.Rilla en blanco y negro), "Fanny y Alexander" e incluso "Dogville", lo que es sinónimo de estar ante una peli grande...
Saludos.-