País: España.
Año: 2009.
Género: Drama, cine histórico.
Interpretación: Rachel Weisz (Hipatia),Max Minghella (Davo), Oscar Isaac (Orestes), Ashaf Barhom (Amonio), Michael Lonsdale (Teón), Rupert Evans (Sinesio), Homayoun Ershadi (Aspasio), Omar Mostafa (Isidoro), Oshri Cohen (Medoro), Sammy Samir (Cirilo), Richard Durden (Olimpio), Yousef Sweid (Pedro).
Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil.
Producción: Fernando Bovaira y Álvaro Augustin.
Música: Dario Marianelli.
Fotografía: Xavi Giménez.
Montaje: Nacho Ruiz Capillas.
Diseño de producción: Guy Hendrix Dyas.
Dirección artística: Guy Dyas.
Vestuario: Gabriella Pescucci.
Distribuidora: Hispano Foxfilm.
Estreno en España: 9 Octubre 2009.
ARGUMENTO
Siglo IV. Egipto se encuentra bajo el dominio del Imperio Romano. Las violentas revueltas religiosas en las calles de Alejandría alcanzan a su legendaria Biblioteca. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hipatia lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo, sin percibir que su joven esclavo, Davo, se debate entre el amor que le profesa en secreto y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso de los cristianos.
ESTO NO ES MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA por Vladimir Eisenstein
He oído decir en muchas ocasiones y como elogio que el cine de Alejandro Amenábar “no parece cine español” y no es un comentario desacertado, sólo añadiría que no parece de ninguna parte. El resultado de ello es que, lo mismo que existe ese híbrido llamado cocina internacional, las películas de Amenábar podrían considerarse cine internacional. Quiero decir que es un cine carente de estilo o autoría. Alejandro salta de un género a otro, simplemente porque así le place, o aborda un tema que le interesa derivado de sus lecturas. No parece sentir pasión por narrar ni necesidad alguna de expresar su mundo, inquietudes o pasiones. El resultado es frío y sin sabor característico. El polo opuesto del irregular, pero más entregado Almodóvar.
¿Aburre, entonces? En absoluto, dado su talento dirigiendo y la excelente producción, todas sus películas (excepto “Abre los ojos”, un confuso engendro) fluyen sin tropiezos y entretienen. Otra cuestión es que te sorprendan o te dejen huella. Sólo se aproximó en “Mar Adentro” en la que Bardem ponía la pasión de la que parece incapaz el muy contenido y eficiente Amenábar.
“Ágora”, su última película, satisface con creces todas las expectativas del espectador. Aborda en ella un momento histórico crucial. En el siglo IV el emperador Teodosio proclama el cristianismo católico religión oficial, con la consecuente persecución de paganos y cristianos arrianos. La intolerante nueva religión había conseguido su objetivo soñado: el Dios único y verdadero había vencido. Esos albores de un cristianismo que sumiría a la humanidad en siglos de oscurantismo religioso y que retrasarían el progreso de la ciencia y el conocimiento, los describe Amenábar sin paños calientes a través de la figura de una de sus víctimas, la filósofa Hypatia.
Se sigue toda la proyección sin que el interés decaiga, con un argumento lineal y sencillo, y resolviendo con eficacia las serias dificultades de un peplum con sus movimientos de masas, ambiciosa ambientación y escenografía. Y nos indigna el desprecio de los creyentes contra la razón, nos estremecen esas bandas de “parabolanos” que tanto recuerdan a los milicianos islámicos en su labor simultánea de asistencia social y escuadrones paramilitares. Eficaz fórmula para atraerse a los desfavorecidos ofreciéndoles chivos expiatorios (paganos, judíos) y el alivio contra el hambre y la enfermedad que les niega una élite pagana y corrupta.
Cabe hacerle a “Ágora” un serio reproche intelectual. Es muy legítimo que, dado lo poco que se sabe de Hypatia, Amenábar la idealice con exceso y escaso rigor, pero esta ficción debería quedar clara, ya sabéis: “Cualquier parecido con la realidad…” Se corre si no el riesgo de que muchos espectadores salgan convencidos de que Hypatia se anticipó a Copérnico y Kepler y que fue una precursora de la razón ilustrada. Un infundio sobre una señora de la que no se tiene noticia de que aportase nada a la ciencia ni al pensamiento, salvo su muy respetable labor como maestra.
También un reproche artístico. Puesto a tomarse libertades, podía haberse saltado la “sofronise” (voto de castidad neoplatónico) que se supone practicaba Hypatia o al menos hacerlo explícito, porque no llegamos a comprender que, rodeada y solicitada por chicos tan guapos, se comporte como un cardo en nombre de una evanescente aspiración a la Belleza. Amputada la intriga amorosa y atenuada la intriga política, el film pierde grandeza y se queda en una brillante, pero gélida exposición del conflicto entre intolerancia y razón. Sólo la brillante realización de Amenábar sostiene tan rebajado y cerebral producto. Rachel Weisz se quejaba con sólidas razones de que su papel era muy soso. Ni siquiera el momento decisivo, en el que, con coraje y fuerza moral, Hypatia se enfrenta a la turba cristiana, “sola ante el peligro”, logra conmovernos. Y es que, más que un personaje de carne y hueso, a Amenábar le ha vuelto a salir, según su costumbre, una marioneta. Su conocida admiración por Hichtcock parece que le induce a tratar a los actores de la misma manera que el maestro, con la diferencia de que Alfred se divertía como un enano narrando, era un contador de historias, un encantador y a Alejandro sólo le gusta hacer películas como aquellas clásicas. Una enfermedad que afecta sin remedio al cine contemporáneo.
AGORA por Eukeni
“Tu no cuestionas lo que crees, yo si.”
Como bien dice nuestro querido compañero Vladimir, Amenabar no es cine español, es cine internacional, global quizás. También como bien dice Alejandro, el mismísimo director, en la pagina web oficial de la película, el objetivo del proyecto es conseguir que el espectador se sienta acompañando a un equipo de la CNN que esta documentando algo ocurrido en el siglo IV. También Amenabar nos comenta en su web que le gustaría romper con algunas de las pautas habituales de las películas de época. Lo consigue, es una película actual, muy actual a pesar de que la historia se desarrolla en el sigo IV, cargada de símbolos, y con un rigor histórico fundamentado en diversos especialistas e historiadores tanto de Alejandría como de la época.
Alejandría, “la biblioteca de Alejandría”, el Ágora, la ciudad en si es un símbolo de tolerancia y convivencia entre culturas. Todos los personajes y “discípulos” masculinos que giran alrededor de Hipatia como los mismos planetas que ella intenta descifrar acaban por poner fin a la Era Romana y quizás también a la Cultura y pasan de una cultura politeísta, intentando imponer un solo Dios (judío o cristiano), utilizando cada uno sus tretas para acabar con el “contrario” . No se porque a mi me recuerdan a los políticos y religiosos actuales ¿será casualidad?
Respecto a toda la construcción del entorno, la ambientación de Ágora es suprema, la imagen de Xavi Jiménez consigue transportarnos a la época, la música de Darío Mariannelli impecable, incluso alguna pieza de Lucio Godoy que te pone los pelos de punta.
A destacar la actuación de Ashraf Barhom en el papel de Amonio como líder parabolano. Lo peor quizás es la falta de definición y sensación de “status quo” de Hipatia, pues parece que no transcurre el tiempo en su vida mientras todo se agita a su alrededor.
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