SÓLO PARA CORAZONES SALVAJES por Vladimir Eisenstein
“Al principio, cuando eres muy, muy pequeño, supongo que te lo pasas muy bien. Supongo, porque nadie se acuerda de nada de aquella época. Luego, cuando ya corres, hablas, gritas e, incluso, te dejan ir solo al cole, te acuerdas de todo y, entonces, te lo pasas mejor. Vale, a veces te castigan por romper algo, no importa, eres un lobo, un indio salvaje, pero, mala suerte, eso no dura, y la gente empieza a volverse rara. Te dicen que eres un pesado, no quieren jugar contigo, no te hacen ni caso o, peor aún, les da igual lo que digas o hagas y, entonces, te entra mucha rabia y ganas de romper algo, de destrozarlo todo. Sientes un nudo en el estómago, estás triste y sólo tienes ganas de marcharte y no volverlos a ver”.
He intentado expresar, con estas palabras, los sentimientos, según yo los he visto, de Max, el niño protagonista de “Donde viven los monstruos” que, un día de nevada, se enfrenta al difícil momento de tener que aceptar la existencia de los otros, aceptar el hecho de que son diferentes, de que no tienen que responder a nuestros deseos y que, por eso, hay veces que te van a dejar solo, que, aunque te quieran, no vas a poder disponer de ellos a tu antojo, que la vida y las personas son un poco complicadas. Sí, una crisis de madurez nada fácil de resolver.
¿Y qué hace Max, entonces? Le da el berrinche y se marcha y llega a una isla habitada por monstruos y son amigables y le hacen rey, porque también tienen problemas y él afirma que se los va a arreglar. Fracasa, claro, porque los monstruos son sus monstruos, sus problemas son los suyos y porque él no es un rey. Carol, su peludo amigo, tiene con KW el mismo conflicto que Max con su madre. Se acabaron los buenos tiempos salvajes en los que todos querían jugar eternamente a construir y destruir. No, ahora, cada uno quiere jugar a una cosa distinta y no hay quién les entienda.
Es triste esta película, porque, aunque al final queda el cariño y predomina el calor, el descubrimiento de la soledad y la tristeza duele. No ha hecho concesiones Spike Jonze, como temíamos, en esta película para niños, pero no infantiloide. Los monstruos son adorables, pero no están aquí para el merchandising habitual que hace rentable un film como “Wall-E”, ese buen anuncio de juguetes que se hizo pasar por película (los juguetes eran estupendos, por cierto). Tampoco tenemos que soportar el ritmo trepidante del slapstick aplicado a los dibujos animados que se considera imprescindible para no aburrir a los niños. Carreras, golpes, rostros contorsionados, chillidos (ver “Ratatouille”). No, por suerte, no, pero no sé si esta película oscura le dará a Jonze la rentabilidad de taquilla deseada. Sería una lástima, porque, como “Coraline”, recupera la tradición más añeja del relato infantil que es sombría: huérfanos, ogros, brujas, miedo… Actualizada, claro. Los problemas de Max no serían tales rodeado por cuatro o cinco hermanos, un padre, dos abuelos y una chiquillería inundando la calle de su barrio.
Para mí es una de las mejores películas de esta temporada, aunque no me atrevo a asegurar que muchos otros compartan esta opinión, pues “Donde viven los monstruos” requiere cierta complicidad o una sensibilidad afin. Al fin y al cabo, hablamos de Jonze que, como Kauffman o Gondry, hacen un cine peculiar no para todos los gustos. Lo que nadie negará es que el niño actor Max Records está extraordinario, tanto como la ambientación, la fotografía, la música de Karen O y los monstruos, en especial la antipática Judith. Y seguro que unos cuantos niños, no muy pequeños, y algunos adolescentes con corazón salvaje, encontrarán en estas imágenes un recuerdo imborrable.
Pues todavía tengo más ganas de verla gracias a las críticas que acabo de leer.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo desde Brevemente.
Increíble Vladimir, creía que ya no podías superarte y lo has conseguido otra vez. No tenia ninguna duda sobre este film, pero ahora ya, después de tu crítica la colocare en la primera posición en la lista que tengo para ir al cine.
ResponderEliminarMe ha parecido estupenda la reseña y, por supuesto, me encantó el film. Totalmente de acuerdo en que requiere de cierta complicidad por parte del espectador y cuánto me alegro de que Jonze se haya mantenido firme ante las presiones y haya hecho la peli que quería hacer.
ResponderEliminarMis respetos desde el No Mundo,
El Guardián