martes, 18 de enero de 2011

EL DISCURSO DEL REY

Título original: The king’s speech.
Dirección: Tom Hooper.
Guion: David Seidler.
Dirección de fotografía: Danny Cohen.
Género: Drama.
Interpretación: Colin Firth (Bertie, rey Jorge VI), Geoffrey Rush (Lionel Logue), Helena Bonham Carter (reina Isabel), Guy Pearce (rey Eduardo VIII), Jennifer Ehle (Myrtle Logue), Derek Jacobi (Cosmo Lang),Michael Gambon (Jorge V), Timothy Spall (Winston Churchill), Anthony Andrews (Stanley Baldwin).
Música: Alexandre Desplat.
Montaje: Tariq Anwar.
Producción: Iain Canning, Emile Sherman y Gareth Unwin.
Año: 2010.
Diseño de producción: Eve Stewart.
Vestuario: Jenny Beavan.
Distribuidora: DeAPlaneta.
Duración: 118 min.
Nacionalidad: Reino Unido-Australia
Estreno en Reino Unido: 7 Enero 2011.
Estreno en España: 22 Diciembre 2010.
Apta para todos los públicos.
7 nominaciones a los Globos de Oro 2011: Mejor película dramática, mejor director, mejor guión, mejor actor (Colin Firth), mejor actor de reparto (Geoffrey Rush), mejor actriz de reparto (Helena Bonham Carter), mejor musica

SINOPSIS

Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V y la abdicación de su hermano, Eduardo VII, Bertie, lastrado siempre por un angustioso tartamudeo, asciende al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país está al borde de la guerra y necesita un lider. Su esposa Isabel le pone en contacto con Lionel Logue.


LOS REYES TAMBIÉN TIENEN CULO Por Cova

Vale. Si. La película está bien hecha. Colin Firth está muy merecidamente nominado al Oscar y me parecerá justo si se lo lleva puesto. Vale que la realidad puede resultar demasiado triste y hay que contarla en modo cinematográfico. Vale que algo hemos avanzado desde la empalagosa saga de Sissi. Pero me repatea los entresijos que en este tipo de “reales películas” se pinte al protagonista como “chico majísimo, con familia terrible y con afán de superación, que consigue vencer su tara y ser un estupendo rey” . Escaso mérito puesto que podía permitirse el lujo de tener a su disposición a los más afamados, que no por ello mejores, especialistas para solucionar el problema. Lo de estupendo rey es también dudoso pues en los libros de historia poco se le menciona, oscurecido por los hombres que realmente gobernaron el destino de todos en aquellos tiempos. Habría que intentar superar la dichosa etapa de “monarquía de derecho divino aunque campechana” que ya va tocando. Y no solo en el cine.

VI-VIVA EL REY (Por Vladimir Einsestein)

La habilidad de los productores hermanos Weinstein para promocionar sus productos con mañas digamos no muy ortodoxas, está suficientemente acreditada y que dominan los entresijos para dar el golpe en los Óscar no se pone en duda. Penélope Cruz reconoce que le debe la estatuilla al muñidor Harvey y ha quedado como mítica la victoria de su “Shakespeare in love” frente al soldado Ryan en la batalla por las estatuillas. Además saben sacar oro de las piedras con productos muy poco glamurosos de estilo indie o europeizante. No sería extraño, por tanto, que “El discurso del rey”, película concebida para lucimiento de Colin Firth, al menos se lleve el Óscar a la mejor interpretación masculina. Si a su espléndida actuación le añadimos que encarna a un personaje con hándicap, pues apaga y vámonos, porque ya sabemos hasta qué punto la minusvalía fingida por los guapos vende.
Poco más se puede decir sobre este film porque poco más ofrece. Se encienden las luces tras la proyección y uno no puede evitar preguntarse ¿por qué? ¿porqué Jorge VI? Un rey anodino, un insignificante personaje que llegó al trono de rebote. Pues la única explicación es el gancho de interpretar a un rey tartamudo que tendrá que superarse para vencer sus trabas y poder pronunciar discursos.
El problema de esta historia es que a los diez minutos ya sabemos que por supuesto superará sus dificultades y que la posible gracia del asunto va a estar en manos del histriónico y simpático logopeda heterodoxo, que ni siquiera es doctor sino un actor aficionado. Pero como la relación entre ambos discurre sin mayores conflictos ni ingeniosos gags, pese a sus diferencias de status social, pues adiós a la gracia. Todo el peso para Colin y su personaje.
Ya hemos dicho que Jorge VI pasó sin pena ni gloria, luego el director Tom Hooper y su guionista tenían dos opciones. O tomarse la libertad de presentarle como lo que no fue, es decir un hermano menor acomplejado y ansioso por acceder al trono, lo que hubiera añadido intriga cortesana e intensidad dramática a su tartamudez, una barrera para sus ambiciones, y hubiera permitido explorar la rica veta de enfrentamientos con su hermano Enrique y la divorciada Wallis, dos personajes muy jugosos. O presentarle como una especie de Mr Chance, un inepto al que la inesperada corona abruma y le viene grande, lo que hubiera dado juego para un tono de comedia e ironía y se habría aproximado más a la realidad.
Hooper descarta las dos opciones, opta por la superación personal y nos deja a la intemperie de la sosería. Se esmera en los detalles con acierto y sensibilidad, mientras Colin se luce y todos sabemos lo que va a ocurrir a continuación. Transcurre plácida sin emociones ni molestias y en sus mejores momentos se aproxima sin llegar a “The Queen” y en los peores rebuscas por la pantalla en busca de detalles secundarios.
Como todo es muy amable, aceptamos incluso que el final sea extemporáneo, monárquico, conservador y patriótico. Y ni siquiera nos enfadamos porque se oculte con delicadeza las simpatías o al menos la comprensión de la aristocracia británica por la política de Adolf Hitler como vimos con mayor exactitud en “Lo que queda del día”.


3 comentarios:

  1. Pero que cacho republicanos estais hechos los dos, jajajaja.

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  2. A mi me ha encantado de principio a fin, quizás es que soy muy sentimentalista y no me puedo resistir al "rollo" de que el hombre tenía un gran handicap y gracias a su duro esfuerzo y al de las personas de su alrededor pudo lograr pronunciar sus discursos. No sé si es realista o no lo es, en eso no me meto, pero a mi me parece una película impresionante.

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  3. Gracias por dejar tu comentario, Enma. La verdad que el afán de superación debería ser un ejemplo a seguir por todos, que últimamente parece que nos venimos abajo ante cualquier dificultad, sea grande o pequeña.

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